¿Vós hablás con los pájaros?

Vós hablás con los pájaros? es una pieza de Paisaje Sonoro grabado en una de las playas de Honduras, mientras la tarde caía los pájaros se reúnen en torno a su casa; un gran árbol. Los niños  juegan y el mar se mece en un ritmo intermitente. ¿Vós hablás con los pájaros?, fue  una obra realizada para un niño que toca las percusiones y sonríe, pero que ya no esta. Es una reflexión a la naturaleza y nuestro nulo dialogo a ella. Es para América  contra las distancias impuestas y para Nacho, campesino que hablaba con los pájaros y ahora se encuentra en prisión con una pena de 112 años. Por su libertad.

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2 respuestas a «¿Vós hablás con los pájaros?»

  1. En cada rincón de nuestra América se encuentra la esperanza de encontrar el diálogo que tanta falta hace con la naturaleza, ellla que nos cobija y que nos hace libres en cualquier lugar y en cualquier prisión. Un pedacito de Honduras nos llena y nos anima ahora, también para lograr liberarnos en este tiempo de canallas. Más temprano que tarde veremos también a Amércia caminar junto a nosotros!

  2. El oído abierto a la conexión que hasta el corazón llega, encontrará en la extensión de esta cita una delicada raíz que en moreno paso anduvo (y anda!) por nuestro continente:

    Sabiduría mayo-yoreme

    El pensamiento y sus afinidades

    Alfredo Osuna
    Para ser sabios y libres, es el cuerpo del pensamiento lo que debemos cultivar, del mismo modo en que cultivamos el universo que nos pregunta:

    En qué se parece tu pensamiento a los millones de estrellas

    que anidan en el cielo.

    En qué se parece tu pensamiento al viento de la tarde.

    En qué se parece al sol que alumbra y nos da vida.

    En qué se parece a una águila en vuelo

    En qué se parece a las arenas infinitas del desierto.

    En qué se parece tu pensamiento a las olas del mar.

    En qué se parece tu pensamiento a la tempestad.

    En qué se parece al rayo

    En qué al relámpago.

    En qué se parece tu pensamiento a una barranca

    En que se parece a las piedras.

    En qué se parece a una montaña.

    En qué se parece a los manantiales.

    En qué se parece al vapor que se levanta

    En qué se parece a las nubes pasajeras

    En qué se parece tu pensamiento a la lluvia fina

    En qué se parece a un río caudaloso

    En qué se parece al horizonte.

    En qué se parece tu pensamiento al bosque

    En qué se parece a un árbol

    En que se parece a la vegetación.

    En qué se parece a una flor.

    En qué se parece a la tierra reverdecida.

    En qué se parece tu pensamiento a una milpa sembrada

    En qué se parece a los granos del elote

    En qué se parece tu pensamiento a un pantano

    En qué se parece a un hombre y a una mujer que se aman

    En qué a tu esqueleto que camina sobre la tierra

    con el deseo de alcanzar la estrella de la noche

    que se convierte en mañana.

    En qué se parece tu pensamiento a tus cabellos.

    En qué se parece a tu corazón que late.

    En qué se parece a la sangre que corre por tus venas.

    En qué a tus pasos.

    En qué a tus brazos.

    En qué a tus manos.

    En qué a tus veinte dedos.

    En qué se parece tu pensamiento a la distancia de tu voz.

    En qué se parece tu pensamiento a tus labios.

    En qué se parece a tu lengua.

    En qué se parece a tus ojos.

    En qué se parece a tus pestañas.

    Porque así como el oído es el paladar de la palabra, así las pestañas son como una desnuda ramada bajo la cual tus ojos, sin moverse, llegan con su mirada hasta los confines mismos de ese universo que nos pregunta. Entonces nosotros, que andamos por el mundo como esqueletos encarnados de ese cuerpo del pensamiento que es la vida toda, que es la historia de todos los linajes de donde nacen frutos, formamos la comunidad, la asamblea, que es también la desnuda ramada, trenzada de la desnuda palabra, porque a los yoreme no nos gusta la palabra adornada sino la palabra directa, profunda y vasta que vaya y venga como esa mirada, sin necesidad de movernos de nuestro sitio.

    Pero todos somos anivelados. Entonces decimos que más vale tener la razón que ser presidente de la república. En el altar del universo siempre hay dos velas prendidas, la libertad y la vida. El cuerpo del pensamiento del que hablamos siempre tiene que cuidar que esas dos velas sigan encendidas. Por eso la rebelión a los tiranos es obediencia a la verdad. La rebeldía contra la injusticia no viene de la corrupción del sentido jurídico, al contrario, arranca de su exaltación. Del pueblo una pequeña rebelión, de vez en cuando, es medicina necesaria para el establecimiento de un buen gobierno: toda rebelión tiene su origen, victoria o muerte, libertad o sepultura.

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